En reformas
Deconstruyo, destruyo y volver a levantar los escombros que acabo de dejar para hacer de ellos algo nuevo. Algo firme. Es lo que intento, eso quiero: ponerle fin a la parte poética. Hoy me he atrevido a recoger los cristales del espejo roto de mi baño, 7 años más de decadencia. Ahora tengo más hueco, es lo que tiene el vacío: distorsiona el espacio. Y es que paradójicamente: lo amplia. En cambio, mi cuerpo se ha hecho más pequeñito, más ligero y flaco. También sinuoso. Pero dentro todo esta bien, mi corazón ahora es un mosaico hecho con los restos que he salvado. Ahora están pegados en cemento para que esta vez se queden donde estén. "Todo en orden" digo en voz alta. Lo digo para mentalizarme. Me debo de profesionalizar en mi nuevo oficio y es que de todas las labores del mundo, la mía es la del autoengaño. Al que le estoy pillando el truco a un ritmo vertiginoso y es que hay días en los que termino convenciéndome de lo que he dicho. Aunque no haya por dónde cogerlo como a este lugar sombrío, al que sin duda le falta luz. Tal vez una ventana y si me apuras dos. Ya no quedan cavidades por las que pueda colarse ni un rayito de sol porque todas las grietas están enmasilladas y odio la luz artificial. No sé en qué momento volveré a mirar pero tengo miedo de deslumbrarme cuando esta habitación se vuelva a encender.
Comentarios
Publicar un comentario