desmemorias 47593

Me pierdo entre mis sueños, como canta el Sueño de Morfeo, y trato de encontrar la felicidad en cualquier esquina, vértice o arista en la que se termina la superficie. Creo en el destino fluctuante como un rio. Todo pasa por algo, todo encaja de alguna manera como un puzzle o un mosaico. Al final del día, todo es una imagen que se vuelve oscura para dar lugar a otra nueva y así, en espiral. 

Hay cosas que no digo por vergüenza y miedo a no sé qué. Pero me da miedo y no lo digo, por vergüenza. Hay otras, que no les doy importancia y las digo, pero la tienen y no la veo. A veces, importan las cosas que no parecen ser importantes y crean una brecha, un efecto que no parecía tener. Lo que es, puede parecerse a lo que pretende ser. Así, juegan las ilusiones. Algunas, son verdad y otras una creencia. No sé distinguirlo pero tengo la voluntad de hacerlo. Me esfuerzo por un futuro que desconozco, viviendo un presente que lleno de placeres sencillos y efímeros.

 He aprendido a no amarrarme a nada porque las cuerdas se rompen, se enredan y se sueltan y se atan y se desatan. No tiro de nada, solo de mi y evito arrastrarme, no quiero mendigar amor. Eso se da sin pedirlo, se da sin esperarlo, se da porque es una fuerza que necesitar salir y se da, sin más. Pocas veces se exige correspondencia y cuando sucede, es porque el amor se vuelve posesivo. En una parte de él, quiere más del otro. El amor entonces se vuelve una estancia que necesita ser habitada por otro amor que quiere ser habitado. Entonces, se queda y reluce en el espacio corporal. Desata al corazón y lo acelera, lo deslumbra porque admira lo que ve. Se vuelve un niño que solo quiere jugar. No sé mucho de amor, lo que sé es admirar y abrazar la fascinación que siento por quienes me iluminan. Me encandila conocer despacio y sin idealizaciones. Sin vendas, ni especulaciones. Me enamoro lento y firme, la atracción se despierta y se despereza, despacio.  Lo que sé de amores fugaces e instantáneos es porque lo he visto en las pelis de hora y media, máximo 2 y tres cuartos, supongo que algo de verdad tendrá cuando lloro al verlo. Tal vez sea deseo, la impotencia del capricho no alcanzado. La añoranza. O esa fascinación genuina por lo bello, lo que me hace llorar. Y reniego, demasiado, pero si sigo aquí, creciendo, admito que es por amor. Sin calificativos. 

Me he dado cuenta de que querer no es un verbo rápido ni siempre es poder, de posibilidad pero sí de fuerza. Supongo que todo está bien, que todo sigue, que todo encaja y los hilos se cruzan para hacer tapices y macramé. Todo se transforma, como canta Jorge Drexler y yo, amo la armonía que renace como la luz del sol, que besa mi mejilla.

Comentarios

Entradas populares